jueves, diciembre 28, 2006

Ab absurdo, 4

Canto IV

LA MORT

La muerte, ¿que coño es la muerte?, pues bien… la muerte, por definición, es toda hipotenusa de calzones amarillos, excepto aquellas en las que Pinocho haya estado omnipresente, sin la muerte el universo se volvería totalmente verde-púrpura y Topo Gigio se robaría las contraseñas del mundo, así que, trataremos de descifrar los misterios misteriosos de la muerte:

La muerte es ese CD que tanto anhelaba tu cassette, ese plato de sopa que idolatraba George Bush, ese resplandor al final del tobogán del parque acuático en llamas, incendiado por un montón de ratones furiosos ya que les robaron su queso lunar. Sin la muerte, la vida sería una gran galletota gigante, que sería muy rica pero ¡oh desgracia! No tiene chispitas.

Confucio siempre lo dijo: “no rompas esferas con un limón, podrías despertar a Potter, y nadie lo despertará más que yo”. Sabias palabras para un sapo azulado, un montón de sílabas que bailan alrededor de una hoguera al servicio de aquellos hamsters, triste escena aquella donde los guantes tramaban tal elucubración elucubradora de los axiomas de Alicia.

Pequeño sombrerero loco, regalote navideño, tras esa fachada de Quijote, se esconde el Priorato de Sion, regido por su niño interno, el genial Woody Allen, asi que, no te preocupes, toma tu chocolatote, que ni la vaca voladora vendrá a incendiar el edificio con sus sirvientes perros, ni Jack el destripador glorificará su mp3. Aquel reloj de mantequilla sin duda sería feliz en aquellos páramos de Dexter.

En fin, la función matemática de la muerte puede resumirse en cuatro partes místicas lideradas por espíritus de Hades:

I.- Cada muerto es igual a la suma de sus partes de vainilla.

II.- Todos los fantasmas, por defecto, vienen con las baterías incluidas en el morral del príncipe Azul.

III.- lsgnerubse, rvk,uwh,kuhw uwrgl.sr pl`sl. 3rvgbhk, he dicho…

IV.- Sesenta caballos arrastran al pequeño Bart, en la vieja feria en algún lugar de la Mancha, de cuyo nombre me da flojera acordarme.

Y eso.

Palomas... simples aves de pizza, otrora hermosas, otrora feas, si con esto os confundo, no temáis, que yo os explicaré, el frió es caliente porque su Tía Yeya dominó el fino arte de encender la TV, ahora todo ha quedado adecuada y condenadamente clarificado, he ahí todo.

Tras este innecesario rodeo, comencemos de nuevo otra vez y una vez más, por la purista descripción de la muerte:

Es gris, es grande, está muerta…. Y… ya…creo…

Boinas hijo, nos lleva la cachetada, simples Trones, nunca alcanzarán la maravillosa visibilidad de un mole bien cuajado en la selva chiapaneca de Honduras en el continente Euroceánico.

Y continuando con esta retahíla de cajas de confeti hablaremos de Superman, si, ese pequeño trozo de pie de manzana que se la vive de alcantarilla en alcantarilla con su ya clásico grito de guerra: un tremendamente desgarrador JO, JO, JO.

¡JO!, gritaban los bienaventurados, ¡JO!, gritaban tus primos, ¡JO!, susurraba Susy la simple y sosa serpiente y su secreto sobre-escondido.

Conmovedor, simplemente asqueroso, tan bello es.

Los unicornios de deslizaban suavemente sobre Dorothy, dejándola relativamente muerta, ahí fue cuando aquel asunto del tu-ya-sabes-pero-no-le-digas o el del ya-sabes-qué… sencillamente socorrido por algún hippie post-modernista de vanguardia izquierdista con tendencias al barroco, el glam y el post-rock. Tremenda paliza se llevó aquel concilio de viejos jóvenes de tan poca edad madura que ochenta años o menos, tal vez 2576, tan triste y ala vez tan triste… que ironía.

Y como conclusión, concluiré que concluyo esta conclusión del tema que aquí concluye concluyendo conclusiones conclusas. Esa, esa es la concluida conclusión.





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